«No puedo morir solo…» Tragedia en la estación Songhyeon en Corea del Sur.

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Fotografía a blanco y negro de uno de los vagones

El incendio del metro de Daegu en Corea del Sur es uno de los eventos más trágicos y devastadores en la historia moderna del país. Ocurrido el 18 de febrero de 2003, este desastre no solo cobró la vida de 192 personas e hirió a otras 151, sino que también dejó una marca indeleble en la memoria colectiva de la nación y planteó serias preguntas sobre la seguridad y la respuesta a emergencias en sistemas de transporte masivo.

El día comenzó como cualquier otro en la bulliciosa ciudad de Daegu, con miles de personas desplazándose a sus trabajos, escuelas y citas diarias. Sin embargo, la normalidad se vio interrumpida de manera abrupta cuando un hombre, Kim Dae-han, un ex taxista de 56 años que había sufrido un derrame cerebral que lo dejó parcialmente paralizado y por esto decidió llevar a cabo un acto con la idea de que sería «desafortunado morir solo». Insatisfecho con su tratamiento médico y luchando con sentimientos de violencia y depresión, Kim abordó el tren 1079 de la Línea 1 del Metro de Daegu con la intención de suicidarse en un lugar lleno de gente.

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Vista aérea de la tragedia

Cronología de la tragedia.

Aproximadamente a las 9:30 a.m. de aquel día, una persona subió al tren subterráneo número 1079 en la estación Songhyeon, ubicada en Songhyeon-dong, Dalseo-gu, en la ciudad de Daegu. Esta persona, que había adquirido dos litros de gasolina en una estación de servicio cercana a la estación de Songhyeon, pudo ingresar al tren sin contratiempos. En aquel entonces, no existía una legislación que prohibiera el transporte de materiales inflamables en los trenes, lo que permitió que esta acción se llevara a cabo sin impedimentos.

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Capturas de las cámaras de seguridad

Cerca de las 9:51 a.m., justo cuando el tren número 1079 partía de la estación Banwoldang, la misma persona comenzó a manipular un encendedor. Un pasajero cercano, identificado como el Sr. Jeon, expresó su descontento de manera audible, cuestionando la necesidad de jugar con el encendedor. Ante la protesta, pareció cesar su comportamiento.

No obstante, al llegar a la estación Jungangno en Jungang-daero, Jung-gu, Daegu, y mientras el tren se encontraba detenido, la persona encendió un contenedor de plástico lleno de gasolina que había llevado consigo. El pánico se apoderó de los pasajeros circundantes, y en el intento de intervenir, el fuego alcanzó la vestimenta de la persona, quien, en un acto de sorpresa, dejó caer el contenedor al suelo. El incendio se propagó con rapidez por los asientos, el piso y el techo del vagón, desatando un voraz incendio en cuestión de segundos. Dado que los materiales del tren eran altamente combustibles, desde los asientos hasta el suelo, el fuego se extendió con gran velocidad.

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Vagón parcialmente en llamas

El operador del tren, Choi Jeong-hwan, no notificó inmediatamente a los funcionarios del metro sobre el incendio. Cuando el humo fue visible en sus monitores de televisión de circuito cerrado, los funcionarios del metro contactaron al operador del tren 1080, Choi Sang-yeol, aconsejándole proceder con precaución debido al incendio en la estación. El tren 1080 entró en la estación de Jungangno y se detuvo junto al tren en llamas 1079 aproximadamente cuatro minutos después. Las puertas se abrieron brevemente y luego se cerraron, en un esfuerzo por mantener alejado el humo tóxico que había llenado la estación. Poco después de la llegada del tren 1080, un detector de incendios automático cortó el suministro de energía a ambos trenes, impidiendo que el tren 1080 saliera de la estación.

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Bomberos saliendo del metro

El fuego se propagó rápidamente a través del aislamiento entre las capas de aluminio que forman el armazón de los vagones, los materiales de vinilo y plástico en los cojines de los asientos y las manijas de las correas, y las pesadas alfombras de plástico en los pisos, produciendo un humo espeso y tóxico al arder. Este humo no solo dificultó la visibilidad y la respiración, sino que también resultó ser mortal para muchos de los pasajeros atrapados dentro de los trenes.

El incendio del metro de Daegu no solo fue una tragedia por la pérdida de vidas humanas, sino también por las fallas en los protocolos de seguridad y respuesta a emergencias que quedaron al descubierto. La falta de comunicación efectiva entre el personal del tren y los funcionarios del metro, la ausencia de un plan de evacuación claro y la inadecuada respuesta de los servicios de emergencia contribuyeron a la magnitud del desastre. Este evento llevó a una revisión exhaustiva de los sistemas de seguridad en el transporte público de Corea del Sur y a la implementación de medidas más estrictas para prevenir que una catástrofe de esta naturaleza vuelva a ocurrir.

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Arresto de Kim Dae-han

En los años posteriores al incendio, se han realizado numerosos homenajes y actos conmemorativos en honor a las víctimas y se han establecido becas y programas de apoyo para los sobrevivientes y las familias afectadas.

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Muro con fotografías de las victimas

Condenado a cadena perpetua, pero….

A pesar de la magnitud de la tragedia, las limitaciones legales de la época impidieron imponer castigos más severos, resultando en que solo un número reducido de personas, incluyendo al conductor del tren y personal de la oficina de comando, enfrentaran consecuencias por negligencia y fallos en el cumplimiento de sus deberes.

Durante el juicio inicial, al pirómano se le impuso una sentencia de cadena perpetua, bajo la justificación de que “no existían circunstancias especiales que ameritaran la pena capital”. Se argumentó que había vacilado hasta el último momento antes de cometer el acto, que mostraba arrepentimiento por su conducta y que padecía de problemas mentales. La sentencia de cadena perpetua se mantuvo tras la apelación. El 31 de agosto de 2004, un año después de recibir su condena, falleció a causa de un derrame cerebral en la prisión de Jinju, donde se encontraba recluido.

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Kim Dae-han culpable del incendio

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